Para una tarde con los amigos, una comida con tu madre, una cena con tu pareja o incluso una velada solitaria. Da igual en qué momento, pero escoge bien el vino.
Lo cierto es que un buen vino puede definirse por un sinfín de características, pero los más importantes son el sabor, olor y el color. Claro que aquí se complica más la cosa, porque no vamos a comprar una botella descorchara. ¡Que no cunda el pánico! En este caso, será la etiqueta quien develará detalles útiles para determinar si es o no un buen vino.
Por un lado, revelará el tipo de uva que se necesitó para hacerlo. El vino se nombra según el tipo de uva con el que se ha elaborado. Así, los vinos blancos se obtienen de uvas como la Chenin Blanc, Sauvignon Blanc, Torrontés, Chardonnay o Semillón. De los vinos tintos tienes que saber que salen de uvas rojas como la Pinot Noir, Malbec, Syrah, Merlot, Cabernet Sauvignon. Pero, ¿por qué es importante saber esto? Cada una de estas uvas crea un vino más seco o más dulce, por eso saber las características de cada uva nos ayudará a encontrar el sabor que buscamos.
Pero estos datos no son los únicos que debemos conocer. La comida que se ofrecerá en el evento también influirá en el tipo de vino que se debe comprar. Si vamos a servir o comer cualquier tipo de pescado, los vinos blancos sobre todo si son frescos, jóvenes y afrutados, van muy bien con el menú. Los tintos, con carnes rojas. Los rosados, pegan con casi todos los ingredientes.
No hay que olvidar que estas pautas no son inamovibles. Cuando se trata del paladar, las normas quedan sujetas a modificaciones según el gusto de cada uno.